La cabeza de Pancho Villa

Por: Antonio Holguín Contreras/ Municipio de Jiménez

La madrugada del sábado seis de febrero de 1926 el jefe de la Guarnición de la Plaza, en Parral, coronel Francisco Durazo Ruiz, ordenó que exhumaran los restos del general Villa y le llevaran la cabeza.

Las horas previas había leído un panfleto escrito en inglés, y tradujo mal. Creyó haber leído que se ofrecía una recompensa de 50 mil dólares por la cabeza de Francisco Villa, cuando en realidad se trataba de un volante que lo reclamaba vivo o muerto, a cambio de esa cantidad de dinero.

Durazo envió a siete de sus subalternos, entre ellos al teniente coronel Roberto Cárdenas Aviña, el cabo Miguel Figueroa, los soldados Saniel Cruz y Felipe Flores, y a su chofer Ernesto Wiser. Todos se dirigieron a la fosa 632, en la que yacían los restos desde dos años y medio antes.

El cráneo le fue entregado a Durazo envielto en la camisa de uno de los soldados, dentro de una caja de municiones de 7 mm. Poco después de recibir el cráneo, las autoridades civiles le notificaron que la tumba había sido profanada, y entonces ordenó una investigación.

Los militares encontraron en la figura de un minero sueco al hombre ideal para responsabilizarlo por la exhumación.

Durazo dejó correr tres días, y una vez que el sueco quedó en prisión tomó la caja con la cabeza de Villa y abordó el primer tren al norte. Iba a cobrar su recompensa. En los andenes de la estación de Jiménez, sin embargo, tuvo un encuentro imprevisto con el jefe de la zona militar de Chihuahua, el general Santiago Piña Soria, quien lo reprendió y le ordenó deshacerse del cráneo.

Durazo se había apropiado los años previos de un rancho en las inmediaciones de Parral. El rancho se llamaba «El Cairo» y ordenó a sus subalternos que enterraran ahí la cabeza de Villa. El lugar en donde se ubicaba «El Cairo» queda en un punto intermedio entre las ciudades de Parral y Jiménez, frente al poblado de Saláices.

En 1927, el presidente municipal de Parral, Enríque Domínguez, mandó construir encima del sepulcro de Villa una loza de concreto armado, para evitar más profanaciones.

«Ahora nadie puede robarse otro pedazo del genera» le anunció a una de sus 18 viudas, Austroberta Rentería, originaria de Jiménez.

Fuente: Antonio Holguín Contreras, «La cabeza de Pancho Villa», en Correo del Norte, Periódico de Patrimonio Cultura y Natural de Chihuahua, edición especial Jornadas Villistas,  Chihuahua, julio de 2010, pp.  8.

Una respuesta a “La cabeza de Pancho Villa

  1. Hay personas que realmente dejan huella mientras ejercen su trabajo de funcionario este es un buen ejemplo del Sr. Holguin quien trabajo al 100 por tratar de dar a conocer su municipio

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